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Cuando enfrentamos desafíos en la vida cotidiana o decidimos qué dirección tomar, puede ser útil mirar hacia adentro, ya que no siempre es fácil saber si lo que estamos haciendo es lo correcto o, simplemente, no logramos entender del todo qué es lo que queremos en la vida.
Aunque hay diferentes formas de encontrar claridad en el camino, un buen punto de partida es hacerse tres simples preguntas: ¿en qué soy bueno?, ¿qué disfruto haciendo? y ¿qué es lo que más me importa?
Antes de empezar, es recomendable que, mientras reflexionas sobre cada una, te tomes el tiempo para anotar todo lo que venga a tu mente.
Veamos, entonces, cómo enmarcar cada pregunta.
Para esta primera pregunta, procura hacer una lista con tus cualidades y habilidades especiales. Anota todo lo que se te ocurra sin dejar de lado aquellos rasgos que por los cuales te destacas o que la gente a menudo reconoce en ti.
Piensa en tus logros. Por ejemplo, si ganaste un concurso de canto, es bastante obvio que eres bueno cantando. Sin embargo, es bueno también considerar aquellos “talentos ocultos” o habilidades que suelen pasar desapercibidas, como saber empacar todo para un viaje de 15 días en una maleta pequeña o, tal vez, saber organizar tu habitación en 10 minutos.
Todos tenemos pequeñas cualidades que nos hacen únicos.
Continua con la segunda pregunta: ¿qué disfruto más? Piensa en las actividades que te brindan alegría y las personas con las que te gusta estar. Recuerda cómo te sentiste en esos momentos que viviste y compartiste.
Por ejemplo, si la pasaste muy bien en el viaje familiar que hiciste el verano pasado o en esa excursión de hace unos años... tal vez lo que en realidad aprecias es viajar con tu familia y amigos.
Este ejercicio de memoria puede ayudarte a despertar tus pasiones o, a lo mejor, te ayude a retomar ese pasatiempo que no habías vuelto a hacer por diferentes motivos.
Ahora que has identificado tus talentos y las actividades que disfrutas, debes trabajar para centrar tu vida en las cosas que te importan.
Un buen punto de inicio es planificar los pasos que puedes dar: tal vez tengan que ver con tu carrera, tu familia o tu entorno.
Hay muchas posibilidades, pero tu plan de vida debe reflejar tus valores. Sin embargo, pueda que no tengas muy claro este aspecto, así que puedes empezar a sacar un listado de valores y resaltar aquellos con los cuales te sientes identificado (mínimo tres).
Después, analiza aquellos valores que puedan entrar en conflicto con los que resaltaste anteriormente y dales prioridad a los que encajen con tus objetivos y metas más cercanas.
Si deseas aprender a definir una meta u objetivo, visita nuestro curso Planeación y cumplimiento de metas.
Sin importar cuál sea tu panorama, siempre sé honesto contigo mismo; así obtendrás una visión más clara para definir tu ikigai.
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