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El diseño incluye muchas cosas, desde gráficos e ilustraciones, hasta el arte que puedes encontrar en un museo famoso.
Es fácil olvidar que también se trata de cosas aburridas y cotidianas, como un peine o un cepillo de dientes.
Los edificios y otros espacios construidos por el hombre también son producto del diseño.
Incluso, las cosas que usamos para desplazarnos como coches, bicicletas, autobuses y todo lo demás, podrían considerarse un resultado del diseño.Ahora, el diseño no siempre es bonito, feo o interesante. A veces es práctico o tan común que no se nota.
Hacer un esfuerzo por ser más consciente del diseño puede ayudarte a identificarlo en lugares inesperados. También te permite ver más allá de las apariencias, lo que realmente hace que un diseño tenga éxito, sea útil o valioso.
Cada parte del mundo creado por el hombre se diseñó con un propósito específico. Aprender a identificar estas cosas con curiosidad puede ayudarte a apreciar las tareas que realizan o las funciones que cumplen.
Por ejemplo, al darle sentido al diseño empiezas a ver la belleza y el valor de cosas que normalmente damos por sentadas. Piensa, ¿cuándo fue la última vez que miraste, realmente detallaste, un tenedor?
Mira otro ejemplo: imagina una taza de café básica. Está diseñada para permanecer sellada, mantener el líquido y proteger tu mano del calor.
A continuación, imagina una cafetería completa. Su interior tiene un estilo y una decoración únicos. En el exterior, hay un letrero o logotipo que anuncia el negocio.
Más allá, está el propio edificio, la acera, el aparcamiento e incluso el paisaje. Nada de esto existe por accidente, todo es intencionado. En otras palabras, todo ha sido diseñado para ofrecer un determinado servicio o experiencia, desde el acogedor exterior hasta la llamativa combinación de colores.
Una vez que empiezas a fijarte en estas cosas, te das cuenta de algo más: tienes opiniones sobre ellas. Por ejemplo, la mayoría de nosotros sabemos lo que es quedarse atascado en un aparcamiento mal diseñado, o lo molesto que es cuando una taza de café gotea o se derrama.
Son básicamente fallos de diseño: cosas que nos frustran o decepcionan, o que no funcionan como se supone que deben hacerlo. La clave para entender este tipo de fallos es preguntarse: ¿cuál es el error de diseño. Si lo miras de cerca, encontrarás la respuesta.
Tomemos una silla. Parece simple, pero hay mucho que hacer para que este diseño tenga éxito. El asiento soporta el peso del cuerpo, mientras que el respaldo permite sentarse y reclinarse cómodamente. Tiene cuatro patas sólidas y no se voltea (al menos no fácilmente).
Si empiezas a jugar con estos detalles básicos, obtienes resultados dispares. Lo que parece genial, único o interesante no siempre funciona bien en la vida real.
Pensar detenidamente en un diseño —y en lo que debe hacer— puede ayudarte a medir su éxito real. También puede darte un punto de partida para hablar del diseño, de modo que te sientas más seguro al compartir tu opinión.
Las cosas diseñadas no son sólo para los que las hacen, sino para los que las usan. Por eso son tan importantes tus experiencias con el diseño.
Cada vez que usas algo que tiene algún tipo de diseño, debe dejarte satisfecho, ya sea por su funcionamiento, por su aspecto o por ambas cosas.
En resumen, te mereces un buen diseño, seas quien seas o hagas lo que hagas.
Ver realmente el diseño
Pensar en el diseño como algo que realmente te afecta puede cambiar tu forma de ver el mundo.
Forma parte de casi todo lo que vemos y hacemos, desde los espacios que nos rodean hasta las pequeñas cosas sin las que no podemos vivir.
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