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Existen muchas maneras de hacerlo: podrías echarlo a la suerte con una moneda, seguir lo que dicta tu corazón o tan solo tomar una decisión cualquiera y esperar lo mejor.
Hacer esto puede funcionar para decisiones pequeñas, pero ¿qué pasa con las realmente importantes? Es mejor pensar con cuidado tus opciones y considerar los caminos que tomarás. Con las herramientas correctas, puedes aprender a decidir de manera objetiva y así mismo sentirte a gusto con tu decisión.
Ten en cuenta estas estrategias que pueden servirte:
Toma decisiones objetivas
El primer paso en este proceso es simple: identificar el problema. Por ejemplo, elegir entre dos apartamentos. Uno es barato pero queda lejos de tu trabajo. El otro está cerca y es agradable, pero es mucho más costoso. ¿Cuál elegirías?
Dependiendo de tus gustos, es probable que tengas una idea. Esta primera respuesta basada en tus instintos y emociones es perfectamente válida. Sin embargo, también podrías analizarlo un poco más.
Compara tus opciones
Empieza por compararlos. Hay muchas maneras de hacerlo, por ejemplo, haz una lista de todos los factores que estás considerando, como el precio, la ubicación y otras comodidades. Luego escoge la más importante para ti. Con eso en mente, ¿qué apartamento elegirías?
Podrías ir un paso más allá y crear un sistema de puntos. Haz una lista con las características de cada opción y dales un puntaje. Cuando sumes, podrás encontrar un ganador.
Identifica los pros y contras
También puedes realizar un listado de pros y contras. A simple vista, suena sencillo, pero es muy útil que escribas tus ideas. Aquí puedes ser subjetivo con lo que consideras es más valioso para ti. Debes sentirte bien y ser muy honesto con la importancia que le das a cada una.
Pensar en las posibles consecuencias que tendrá una decisión puede servirte de guía.
Imagina que estás pensando adoptar a un perro, ¿qué pasará con él en un mes? ¿en un año? ¿en los años que vienen?
Dale un respiro a tu cerebro
En esta etapa, es normal sentirse abrumado, incluso sin imaginación. Sueles preguntarte, ¿cómo saber que estás haciendo la elección correcta?
Veamos dos dinámicas que pueden ayudarte en tu elección:
Realiza una actividad corta que te distraiga y te genere un grado de dificultad.
De acuerdo con la investigación de imágenes cerebrales de la Universidad Carnegie Mellon, al jugar videojuegos en tu celular o resolver problemas de matemáticas como pasatiempo, ya estarás decidiendo de manera inconsciente.
Algunas veces también funciona hacerte a un lado y pensar que estás ayudando a alguien más. Estudios demuestran que somos más objetivos cuando pensamos en tercera persona. Por eso es más fácil dar consejos que recibirlos.
Si tu amigo o familiar estuviera pasando por una situación similar a la tuya, ¿qué preguntas podrías hacerle? ¿qué solución le brindarías? Piensa en eso. Al tener un punto de vista diferente, la situación será otra y la verás de forma más clara.
Tomar decisiones no es como hacer un examen. Aquí no hay respuestas correctas o incorrectas, todo depende de la situación. Ten presente a dónde quieres llegar, las opciones que tienes y lo que mejor te haga sentir. No es tan fácil como echar una moneda al aire, pero vale la pena el esfuerzo extra.
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